En 1942 Billy Wilder debutaría en Hollywood como director con
la comedia "El mayor y la menor", un film protagonizado por Ginger
Rogers y Ray Milland que sería continuado durante los años 40 por obras
maestras como "Perdición" (1944), una excepcional muestra de cine
negro o "Días sin huella" (1945), soberbia descripción del problema
del alcoholismo.
En 1936 se había casado con Judith Coppicus, pero su matrimonio comenzó a
desestabilizarse cuando mantuvo romances con actrices como Doris Dawling o Hedy
Lamarr. Finalmente se enamoraría de la intérprete Audrey Young, a la que
conocería mientras rodaba "Días sin huella". Tras el divorcio de
Judith en 1946, Billy y Audrey se casarían en 1949.
La década de los 50 resultó extraordinaria para el realizador
austriaco. Practicamente todos sus títulos son imprescindibles para entender la
capacidad como autor de Wilder, aunque las películas más redondas de este
periodo son "El crepúsculo de los dioses" (1950), "Traidor en el
infierno" (1953), "Testigo de cargo" (1957) y "Con faldas y
a lo loco" (1959), sin olvidar cintas como "El gran carnaval"
(1951) o "Sabrina" (1954). En este decenio también cambiaría de
colaborador en la escritura de guiones, compartiendo créditos por primera vez
con I. A. L. Diamond en el film protagonizado por Gary Cooper, Audrey Hepburn y
Maurice Chevalier "Ariane" (1957).
Su extraordinario talento como director y guionista fue
reconocido por sus colegas de profesión a lo lardo de su carrera. En los años
40 y 50, además de las nominaciones citadas anteriormente, Billy Wilder fue
candidato al Oscar por "Perdición" (como director y guionista),
"Días sin huella" (como director y guionista), "Berlín-Occidente"
(como guionista), "El crepúsculo de los dioses" (como director y
guionista), "Traidor en el infierno" (como director), "Sabrina"
(como director y guionista), "Testigo de cargo" (como director) y
"Con faldas y a lo loco" (como director y guionista). De todas estas
nominaciones sacaría provecho en tres ocasiones, al lograr la estatuilla por
"Días sin huella", tanto por su dirección como por su guión y por
el texto de "Traidor en el infierno". Posteriormente este número de
Oscars se aumentaría gracias a su primera y magistral película filmada en la década
de los 60, "El apartamento", protagonizada por Jack Lemmon, uno de sus
máximos colaboradores en el plano interpretativo.
"El apartamento" (1960) se convirtió en uno de sus título
más populares y en el más galardonado de su carrera, pues logró el premio a
la mejor película, mejor dirección y mejor guión. En los años posteriores,
el ritmo de producción de sus películas descendió pero la calidad de las
mismas se mantuvo a gran nivel gracias a títulos (algunos de ellos muy
infravalorados) como "Uno, dos, tres" (1961), "Irma, la
dulce" (1963), "Bésame, tonto" (1964) y "En bandeja de
plata" (1966). El magnífico guión de este último film le proporcionaría
su última nominación a los Oscar.
Con el tiempo, Billy Wilder comenzó a cansarse del cine de la época y rara vez
se sentaba en la silla de director. Cuando lo hacía, sus películas no
funcionaban como lo hacían en tiempos pasados. Aún así, títulos tan
disfrutables como la atípica "La vida privada de Sherlock Holmes"
(1970), "¿Qué ocurrió entre tu padre y mi madre?" (1972),
"Primera plana" (1974) y "Fedora" (1978) merecen una justa reevaluación.
Tras filmar su última película, "Aquí, un amigo" (1981), con su
habitual pareja protagonista, Jack Lemmon y Walter Matthau, Billy Wilder decidió
retirarse definitivamente del cine, dejando para el amante del séptimo arte una
impresionante colección de momentos inolvidables e indelebles.
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