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El hombre tranquilo (The Quiet Man) (1952)

Datos

USA, Dama, Color

Director

John Ford

Intérpretes

John Wayne, Maureen O'Hara, Barry Fitzgerald, Victor McLaglen, Ward Bond, Mildred Natwick, Francis Ford

Comentario

Sean Thornton es un boxeador que se tuvo que retirar después de haber dado muerte a su adversario sobre el ring.

Después de unos años vuelve a su aldea natal, donde pretende comprar la casa en la que nació. De entrada tropieza con la oposición de Will Danaber, un propietario de la comarca que está interesado en comprar la misma casa.

La situación se complica cuando Sean se enamora de Mary Kate, la hermana de Will.

Está considerada como la obra maestra de John Ford, quien toma la arcaica estructura, llena de convencionalismos, de la comedia y la hace parecer improvisada.

La naturaleza juega un importante papel, Irlanda, La Isla Esmeralda, es el Jardín del Eden perdido, el desvanecido mundo verde de la Edad Dorada para Sean Thornton, papel magistralmente interpretado por John Wayne .

Es posible que el interés de John Ford por la comedia romántica se originase precisamente porque no refleja la vida real, sino lo que nos gustaría que fuese la vida, una victoria sobre la muerte.

Mil veces se puede ver ya que mil veces se disfruta, una verdadera obra de arte.

 

Crítica

John Ford realizó en 1952 una de las obras maestras de su carrera con esta cinta que supone una recreación de sus origenes en una amable, optimista e idílica Irlanda, tanto mas mágica y encantadora cuanto mas imposible

La vuelta a su Irlanda natal de  Sean Thornton (John Wayne),  que regresa de Estados Unidos, donde ha alcanzado la fama como boxeador, para reconstruir la casa familiar,  sirve al genial director para trazar una comedia capaz de levantar la moral de los días mas negros, utilizando todos los recursos de la ironía para narrar las peripecias del protagonista,  que ya ha olvidado las tradiciones, para reconstruir la casa familiar, introducirse en la sociedad local, y de paso encontrar pareja, y pintarnos una sociedad irlandesa católica, rural y tradicional, donde no valen las modernidades americanas, donde la relación matrimonial tiene que pasar por la intermediación del casamentero, previa autorización de los elementos masculinos de la novia y con la constitución de la correspondiente dote

Enfrentada a Wayne,  una magnifica Maureen O’Haara, mas pelirroja que nunca, representa las tradiciones, un cierto matriarcado puertas adentro que contrasta con la sociedad totalmente masculina puertas afuera, y así se atreve a impedir a su marido llegar al tálamo conyugal hasta que de muestras de hombría obligando a su hermano a entregar la dote y los muebles y ajuar preparados desde su nacimiento para el día de la boda, sin la cual ella se considera humillada y minusvalorada.

  Como fondo de la vida social y nexo de unión, la taberna, y la iglesia, en la primera, donde se solventan los asuntos humanos y la segunda, donde estos se revisten de una capa de espiritualidad, pese a que la representación de las iglesias en el pueblo están tan pegadas a la tierra como sus propios feligreses

Paisajes inolvidables de una Irlanda en que la que no se ve ni la hambruna ni la emigración, enfrentamientos que por mucho que terminen a puñetazos rezuman ternura y un final feliz de cuento de hadas, con una esposa arrastrada por los campos para obligarla a cumplir sus obligaciones familiares una vez recuperado el ajuar retenido por el hermano, tras una pelea inolvidable, seguida por todo un pueblo, un entretenimiento como otro cualquiera a falta de otros mas atrayentes, y que dan ganas de retornar a una vida mas apacible, falsa e imposible, pero que arrastra como un imán, gracias a un dirección genial que aprovecha lo mejor de cada plano, actor, situación o gesto, que sumerge al espectador en los campos verdes, los ríos, los puentes de piedra, las casas con flores a la puerta

Clara

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