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Pena de muerte (Dead Man Walking) (1995) |
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Desde que Tim Robbins y Susan Sarandon comenzaron su relación personal, han sido muchas las veces en que tambien han colaborado profesionalmente y esta “Pena de Muerte”, estrenada en 1995, es una de esas colaboraciones que le han colocado en lo que se denomina “izquierda o radicalidad” en el panorama de Hollywood El peso de la cinta recae en su casi totalidad sobre Susan Sarandon, en el papel de una monja (la hermana Helen Prejean) que no usa hábito y que vive en un barrio negro y pobre de Nueva Orleans, que no es decir cualquier cosa, es hablar de pobreza, falta de oportunidades y racismo en estado puro. Un día, en medio de su apostolado recibe la carta de Matthew Poncelet (Sean Penn), un condenado a muerte por el secuestro, violación y asesinato de dos adolescentes. Pese a que ella nunca ha tenido contacto con el mundo carcelario, acude a la llamada, trata de establecer una relación personal con el condenado, cosa nada facil, y de paso colabora con los movimientos que tratan de sacarle del corredor de la muerte. Cuando todo fracasa, él la elige como una especie de asesora espiritual hasta el momento de la ejecución y ella acepta Con estos ingredientes, Tim Robbins, acostumbrado a moverse tanto delante como detrás de la cámara, construye una pelicula antiabolicionista, que no cede a las tentaciones de la comercialidad, y que ahonda todas las consecuencias que tiene un hecho violento, tanto para el asesino, las victimas, la familia, la sociedad. La pelicula encierra toda la dureza y el dolor que conlleva el tema, pero no cae en al sensiblería. El condenado a muerte no es un ser débil, inocente, con el que sea facil para el espectador congraciarse. Es violento, cínico, racista, machista y culpable, al menos en parte, como confiesa finalmente Pero el mensaje que se quiere trasmitir no es ese, sino otro muy distinto. En el Sur profundo, que sigue existiendo en el Imperio, los corredores de la muerte estan llenos, pero los ocupantes de los mismos, si bien pueden ser blancos o negros, estos mayoritariamente, tienen algo en común: son pobres. Entre ellos, todos buscan un elemento que le permita despreciar al otro, y así nuestro protagonista pese a ser un miserable en toda la extensión de la palabra, aún puede enorgullecerse mirar por encima del hombro a un negro, pese a que mueran juntos de miseria, o que vayan a ser ejecutados en la misma carcel Esto no significa que hayan caido en la delincuencia por no tener alternativa, significa que están ahí por no haber podido pagar un buen abogado que desmontara las pruebas policiales: es el sistema judicial americano Y
ese es un hueso muy duro de roer en un país tan nacionalista y celoso de sus
instituciones, donde el apoyo a la pena de muerte es aplastante Pero hay mas, cuando la monja trata de ayudar espiritualmente al condenado, recibe el reproche de las familias de las victimas y así conoce de primera mano las vidas frustradas, el odio, la soledad. Hay una frase muy significativa en el filme. Los padres del chico muerto se separan y el hombre dice que en casos como el suyo hasta un 70% de las parejas que pierden un hijo se rompen, no consiguen superar juntos la tragedia y comienzan los reproches Así, a traves de los ojos de la Hermana Helen vemos que cuando se pierde a un ser querido por un acto violento, no le pierdes solo a él, sino toda la vida que llevabas. Y ademas esos familiares ansian venganza, uno de los padres está dispuesto a poner él la inyección letal. Los familiares se sientan en primera fila tras el cristal por el que que contemplan la agonía y la muerte del condenado ¿Eso les calma el dolor? Así como en la historia de la humanidad la sociedad ha matado a los que consideraba que no debían vivir en su seno, en ocasiones de formas tales que solo cabe concluir que no puede haber perdón para jueces y verdugos, ahora, en nuestra humanitaria sociedad, todo es limpio, lento y pulcro. Al condenado hasta se le pone un pañal bajo el pantalón, se le quitan las botas y ponen unas pantuflas y se le afeita una pierna, por si no se coge bien la vena del brazo ¿eso es justicia? Eso es lo que grita el director en cada plano y en cada palabra ¿es esa la persona que cometió los hechos hace diez años? ¿se evita mas violencia? ¿esta legitimada la sociedad para quitar la vida? La venganza como satisfaccion al dolor. Que la ademas de la muerte sufran la soledad, el aislamiento que sufrieron las victimas cuando les privaron de la vida Dando rostro a todas estas cuestiones, una gran Susan Sarandon, alejada de todo glamour, con sus vestidos modestos que reflejan su condicion de monja, los zapatos planos y unos grandes ojos que en cada momento reflejan el sufrimiento, la solidaridad, la compasión de una mujer que habiendo nacido en una buena familia del sur, renuncia a todo por ayudar a los demas, y que sufre una autentica conmoción cuando se encuentra en medio de un grupo de personas desgarradas, que ve ante sí a la persona que va a morir a fecha fija, pero tambien a los padres que perdieron a sus hijos, y a la madre que sabe que le va a perder sin remisión Y el condenado, un cínico y repulsivo Matthew Poncelet, huerfano desde niño, pero al que su padre antes de morir ya le hizo el favor de conducirle a su primera borrachera, que como el mismo dice, no ha querido nunca mucho a nadie, salvo quizá a su madre, que se vio envuelto en una noche de violencia por que había que ser un tipo duro, y para ello, como llega a decir “tengo un numero tatuado, si me mataban, me podrían identificar, con estos tatuajes creen que soy una mala persona”, todo ello en el cuerpo de Sean Penn, con mata de pelo engomada para atrás, bigote fino y perilla, al que es muy dificil acercarse hasta por la Hermana Helen. Quizá si hubiera nacido en otro lugar, quizá con educación, siempre hay un quizá. Quizá en otro lugar no le preocupara tanto que antes de su ejecución hubieran limpiado bien la camilla, porque el anterior ejecutado era negro Quizá la unica concesión al efectismo sea la propia ejecución, pero no hay otra manera de plasmar en imágenes ese momento, el ambiente hospitalario que la rodea, que sean medicos los encargados de administrar la muerte, eso sí, con todas las garantías: al condenado antes de la inyeccion letal se le administra un antihistamínico y un relajante para que no haya problemas, y se le coloca, casi en posición de crucifixión sobre una camilla, si bien previamente ha estado en posición vertical, sujeto a la misma, para que pueda pedir perdón a las familias de las victimas, que desde el otro lado del cristal esperan ver apurar su venganza, y junto a ellas la herman Helen, mirando a Mat para que no se sienta solo Junto a ellos un grupo de secundarios desempeñan el coro que acompaña a toda tragedia, familiares, guardianes (“la noche de la ejecución no pude domir, no me puedo acostumbrar”), abogados, el capellan de la carcel (“son monstruos, cinicos, hermana, la engañaran”), toda una sociedad que asiste a un asesinato legal con todas las garantías y Biblia en mano |
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Clara |
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