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Vencedores o vencidos (Judgment at Nuremberg) (1961) |
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Este no es el título que en 1961, Stanley Kramer eligió para su película,
sino simplemente “Los juicios de Nuremberg”. Misterios de los cambios de título
que supone el estreno en los diferentes paises nos dejaron con esa disyuntiva,
se supone que para que el propio espectador elija Para los puristas no es una gran película, ya que en el aspecto técnico, le sacan fallos o mejor dicho, achacan al director no haber sacado mas partido de muchas situaciones que la cinta plantea
Pero es una cinta analizada y estudiada por otras muchas facetas,
porque los debates que plantea el argumento sobre la que se apoya, sigue estando
lleno de luces y sombras despues de mas de sesenta años La visión comercial de Kramer, que es mas puramente productor que director acertó al conseguir atraer a las salas a muchas personas que puede que no estuvieran tan interesadas en el el fondo del filme como en ver el desfile de estrellas que pasaban por la pantalla, configurando una película de las llamadas corales, pero donde los interpretes, algunos de ellos en breves papeles consiguen actuaciones muy destacables
A la ciudad de Nüremberg, convertida en un escalofriante montón
de ruinas, de restos a medio caer, agujereados y calcinados,
llega en 1948 el juez Dan Heywood, un jurista provinciano, como el mismo
se define, un americano de Maine
con poco mundo. Por eso el personaje que interpreta Spencer Tracy, con su cara
como cuero, lleno de profundas arrugas, mira con curiosidad el pais arrasado por
la guerra, trata de entender como ese pueblo, amante de la musica, refinado,
culto, del que es una gran muestra su “casera”, la viuda del general Berton,
una gran Marlene Dietricht, pudo seguir a Hitler hasta la destruccion, dejando
tras sí una Europa convertida en un cementerio, y a través de esa comprensión
tratar de entender como uno de los hombres a los que tiene que juzgar, el
jurista Ernest Yaring (Burt Lancaster), pudo llegar a Ministro de Justicia de la
dictadura, y firmar sentencias relacionadas con la “contaminación racial” y
la esterilización de deficientes y de enemigos políticos Durante ocho meses de sesiones se codea con un energico fiscal, Richard Widmark, un coronel americano que al final de la guerra entró en los campos de concentración de Bergen-Belsen y de Dachau y no puede ni quiere olvidar, quiere condenas Frente a él, la defensa, el joven y brillante abogado Rolfe (Maximiliam Shell), que quiere el olvido, que quiere convertir en comprensible lo que no lo es, que no quiere mas condenas que supongan la condena de toda su patria
Y dos testigos de lujo, en dos cortas y brillantes actuaciones,
Judy Garland en el papel de Frau Hoffmann, una mujer madura que en pleno regimen
nazi se vió implicada en el juicio que desembocó en la condena a muerte de uno
de los dirigentes de la comunidad judía de Nüremberg, en un juicio por
“contaminación racial” y un envejecido, atormentado Montgomery Cliff como
Herr Petersen, hijo de un ferroviario comunista,
esterelizado por los nazis alegando debilidad mental La película está llena de llamadas de atención, llamadas que aumentan cuando mas lejos está en el tiempo la realidad histórica que reflejan. En 1948, cuando tiene lugar la historia, muchos supervivientes de la guerra quieren olvidar, y piensan que lo mejor es no juzgar mas, porque comienza la guerra fría y los alemanes son necesarios en el enfrentamiento con los comunistas rusos La posición oficial americana es muy distinta al principio de la película que al final. En ocho meses la posición ha cambiado del “hacer justicia a toda costa” a la posición práctica: hay que olvidar, hay que sobrevivir, resistir al comunismo, cerrar heridas, en una palabra, ser practicos, no cargar a los alemanes con la culpa El tono del juicio va cambiando y muy destacada es la intervención de un atormentado Burt Lancaster, un acusado que permanece mudo casi toda la película y que cuando habla lo hace para demostrar el asco que le producen sus compañeros del banquillo de acusados, y lo que le empuja hablar es que se da cuenta que está oyendo en esa sala lo que tantas veces oyera durante el nazismo, y eso hace que rompa la frialdad, el despego que hasta ese momento ha mantenido hacia todo lo que ocurre a su alrededor Su discurso deja que cada espectador se haga una pregunta, se analice a sí mismo: en una situación como aquella, con un régimen asesino, unas leyes infames, una sociedad a la deriva ¿qué hay que hacer? Hay fundamentalmente dos posturas: la que mantiene uno de los testigos: dimitir de todo, alejarse, no mancharse las manos, pero surge la siguiente pregunta ¿no es cobardía la inhibición?¿no tiene responsabilidad la omisión?¿qué ocurre cuando sabes, ves y no actuas? La segunda es la que el juez Yaring adoptó: quedarse en su puesto, tratar que las cosas no se descarrilaran demasiado. Pero fue demasiado inocente y cómodo: el tren le arrastró
Pero sigue la pregunta, que se hace ya no a un ciudadano cualquiera, sino
a un brillante jurista ¿cómo personas democratas, inteligentes, con sentido de
la moral y la justicia, participaron de todo aquello? El trata de explicarlo: su
patria está en peligro, hay hambre, pobreza, miedo, humillación, enemigos....
y se empieza combatiendo a los enemigos con las mismas armas,
se piensa que es algo temporal, por una situación de emergencia, que el
líder que ha prometido el paraiso a través de la fuerza bruta y la muerte,
caerá, hasta que lo que es excepcional se convierte en cotidiano. En su alegato
hay una frase que podría considerarse un aviso para el presente mas cercano,
nos demuestra que cuando no se considera importante que las minorías se queden
sin derechos, se da el primer paso para que esos mismos derechos desaparezcan
para todos
Siguen las preguntas. Aparte de la gente preparada, el pueblo ¿no veía,
no oía, donde estaba? como dice el fiscal en medio de una borrachera “no hubo
nazis alemanes, los esquimales invadieron Alemania y ellos eran los nazis. Nadie
entiende ni quiere entender de política si eso significa problemas, si
significa oir los gritos de los vecinos en la noche
Y la ultima cuestión ¿cuándo el terror se implanta por un regimen en
un pais, que hace el resto del mundo? A Hitler, apoyarle todos cuando subió al
poder, luego armarle y dejar que creciera y luego, al ver al monstruo, ya
grande, destruir La película, que no puede dejar de ser política, de tener algún maniqueismo y toma de posición, deja sin embargo el camino abierto para que el espectador que quiera mire en su interior, formule las preguntas y se responda sinceramente
Tambien hay aspectos intimistas en el filme. Como el Juez le dice
a Marlene tomando un vino, que quizá en otro momento, en otro lugar.... ahora
él solo es un juez que viene a dictaminar hasta cierto punto si un pueblo puede
ser culpable, ella, quiere que se comprenda a su pueblo, que se les deje pasar
una nueva pagina. Cuando llega la sentencia y él quiere despedirse, ella se
limita quedarse en la habitación oscura, dejando que el teléfono suene sin
contestar La guerra fria facilitó esa cuestión. Cuando en 1961 se estrena el filme, con Alemania dividida, los cines se quedaron vacíos Quizá los temas que plantea la película no han sido pese a todo analizados, de hecho las limpiezas étnicas, las matanzas no han cesado desde 1945, como si el horror en lugar de ser un ejemplo de lo que no debía volver a ocurrir, hubiera sido la escuela del horror Por eso, al finalizar la película, cada uno puede preguntarse quienes son los vencedores y quienes los vencidos
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Clara |
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