El apartamento (The Apartment)
(1960)
Billy
Wilder en 1960 dirigió una de sus muchas historias inolvidables
para la historia del cine, mezclando comedia y drama en su justa
medida, en una perfecta cinta en blanco y negro que refleja un
cuadro tan sarcástico como real: la soledad de una gran ciudad
Cada
plano, cada diálogo, cada acorde musical funciona a la perfección
en una cinta que solo un maestro del cine podía concebir.
La
presentación que de si mismo hace C.C. Baxter ”Buddy” (el
magnifico Jack Lemmon), es el perfecto retrato del hombre gris y
mediocre, solitario y servil, que pasa desapercibido. Pero hay algo
en él que le ha hecho famoso en la empresa: disfruta en alquiler de
un centrico apartamento que se ha convertido en nidito de escapadas
de varios jefes de sección de la empresa
Buddy
administra su llave, que pasa de mano en mano y mantiene una doble
agenda: la de trabajo, sobre la mesa y la de las “cesiones del
apartamento”, en el cajón, donde se reflejan los turnos de
disfrute del mismo
El
anodino empleado, simpático en su misma vulnerabilidad, no lo es
tanto. Cierto que tiene que salir de la cama y agarrar un resfriado
para que uno de sus jefes se tome unas copas con un ligue, pero es
que eso le supone algo que también él desea: favores debidos y que
espera cobrar en su momento, ni siquiera de una forma descarada o
grosera, pero lo espera, aunque para ello tenga que poner las
botellas de bebida, y esperar que se las paguen
Una
escena memorable es una de sus solitarias noches en el apartamento.
La comida congelada, la programación de televisión que no se puede
ver, porque esta trufada de anuncios, en un apartamento que aparte
de su céntrica situación es voluntariamente tétrico, oscuro, frió,
poco acogedor, y, donde, al
sentarse, encuentra el ultimo prendedor de pelo abandonado, para
luego de hojear el periodico, tratar de dormir, con pastilla, claro.
Y
en medio de su monotonía, la ascensorista. Una jovencisima y con
mas cara de ingenuidad y picardía que nunca, Shirley McLane,
interpretando a la encantadora Fran Kubelik,
que se ha dado cuenta que Buddy es el unico hombre que se
quita el sombrero cuando entra en su ascensor. Algo distingue a esa
chica de las demas: nadie ha conseguido una cita con ella
De
ahí la gran sorpresa de nuestro heroe cuando descubre que esto se
debe a que mantiene una relación con el jefe de personal, Jeff
Sheldrake, (Fred
McMurray) que le da la perfecta definición de la situacion: uno
quiere pasar el rato y enseguida esperan una relación formal.
Porque ella si lo espera, ella si ha creido que es especial, ella si
ha creido que el no es feliz en su matrimonio, y, porque ha creido
esas cosas decide poner fin a su vida tras la Navidad, en el propio
apartamento, tomandose las propias pastillas de Buddy, porque la
secretaria del jefe le ha hecho la relación de todas las parejas
que su amante ha mantenido antes en la empresa. La revelación se
hace de una forma muy estudiada: en segundo plano, empleados
borrachos se lanzan sobre empleadas borrachas, buscando cada uno
compañía para la noche, o, al
menos, para un rato
.
Cuando
él la encuentra inconsciente en su cama, Buddy por fin ha llevado a
una mujer a su apartamento, otro ave solitaria como él en la noche
de la felicidad. Tras sus desvelos para que se recupere, ayudado por
el genial y esceptico vecino, el doctor Dreyfuss, se da cuenta de lo
que significa ocuparse de otro ser humano y la vulnerabilidad de la
chica, su sufrimiento y su ética le hacen ver las cosas de otra
manera, y precisamente esto le vale el agradecimiento del gran
Sheldrake y consigue un ascenso impresionante, hasta que se da
cuenta que este ascenso tiene un precio: la llave del apartamento
para que el jefe de personal siga llevando allí a su amante, le
hace por fin reaccionar y darse cuenta de lo rastrero de su conducta
El
final es ajustado y sobrio. Solos en el apartamento, despues que él
lo esta desalojando, una vez que ha perdido su trabajo, y ella, que
acude allí despues de saber que el ha perdido su trabajo por no
dejar la famosa llave, se disponen a terminar una partida
interrumpida. Cuando él la dice sencillamente que la quiere, élla
le alarga la baraja para que corte
En
su momento, esta película, fue objeto de grandes alabanzas, pero
tambien de criticas encendidas por sectores hipocritas y
conservadores a los que les parecía “sucio y denigrante” la
presentación de una sociedad en que eran moneda de cambio corriente
los apaños extramatrimoniales, eso sí, con la mayor discrección
El
guión, escrito como casi siempre por el propio Wilder en colaboración
con I.L.Diamond, es brillante, conciso, nada sobra, todo ajusta.
El
arranque de la cinta es memorable. Sobre el fondo de Manhattan la
voz del protagonista va dandose a conocer: trabajador de la
Consolidated (gran imagen de rascacielos, gran vestibulo,
ascensores, la inmensa sala donde trabaja Buddy) ,hasta que la
camara se centra en él, justo cuando ha dicho el numero de
trabajadores, de ascensores, el horario, su trabajo y cuanto gana,
así como anticipa la importancia del apartamento. Un modelo de
concisión y maestría, con solo la musica de fondo y una voz en off,
el espectador tiene el cuadro completo del protagonista y el marco
de su vida
La
música cuando el hombre solitario consigue tener el apartamento vacío
y entrar en él (ya dice que no puede ir siempre que quiere) es
melancolica, triste.
Los
personajes secundarios son todos importantes, sus actuaciones, por
cortas que sean, tienen siempre su relieve, la gruñona dueña del
inmueble, la Sra. Lieberman (le subió la renta de 80 a 85 dólares
porque puso un aparato de aire de segunda mano), los vecinos, el Sr.
Dreyfuss, médico, irónico, bonachón, sorprendido que el cuerpo
del vecino soporte tanta
juerga, y su esposa, la Sra. Dreyfuss, maternal y gruñona,
convencida de que al otro lado de la pared vive un obseso; la Srta.
Olsen, de la que existen tres planos y dos actuaciones
fundamentales, le cuenta a la
Srta. Kubelik que no es mas que otro ligue para el jefe, y la
llamada a la esposa de este, que hace que sea expulsado de casa
Incluso
el personaje bufo del ligue que consigue en un bar Buddy, solos los
dos en la barra, con cara de aburridos, él, alineando los palillos
de aceitunas de los martinis y ella mirando, hasta que la lleva al
apartamento, despues de un perfecto baile de aburrimiento y soledad,
mientras le cuenta que su marido esta preso en Cuba, todos ellos
quedan retratados en cuatro pinceladas, con un comentario, un plano,
una iluminación, hasta el cuñado de Fran Kubelik, que ante su
desaparición va a buscarla a la empresa y del que solo queda, y es
bastante, su imagen de taxista emigrante, su cazadora de cuero, su
gorra, su entrada en el gran edificio y luego en el apartamento de
Buddy para darle a este un puñetazo
La
mirada entre cínica y paternal de Wilder con sus criaturas,
a las que permite retratarse con todos sus defectos y
virtudes, es la fotografía de una sociedad acomodaticia, hipocrita
y despiadada, donde la soledad pasa desapercibida entre la masa de
seres humanos aislados que se cruzan y no se rozan, ni se reconocen
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