| Testigo de cargo (Witness for
            the prosecution) (1957) Cuando
            el abogado criminalista Sir Wilfrid sale del hospital tras haber
            sufrido un ataque de corazón, queda sometido a lo que el llama
            dieta “solo casos civiles y mercantiles”. Por eso tiene que
            rechazar el caso que le lleva un procurador hasta su mismo despacho.
            Acompaña a un hombre que sospecha que va a ser acusado del
            asesinato de una viuda rica                  
            Pese a que es consciente que no debe aceptar, y de la
            persistencia de su enfermera en cuidarle como a un bebé, es
            demasiada la curiosidad y el desafío de aceptar ese caso, sobre
            todo despues de conocer a su fria y enigmática esposa 
            
                              
            Con estos mimbres, Agatha Christie elaboró su novela, y que
            fue adaptada para la pantalla, para que Billy Wilder realizara una
            gran obra de lo que hoy que llama “thriller judicial”, y en
            1957, cuando se rodó, en blanco y negro, simplemente se denominaban
            peliculas de juicios                  
            El gran director mezcla en su obra la intriga
            asegurada por la firma de la escritora policíaca, con toques de
            comedia en la que era el gran maestro, ayudandose entre otros
            elementos con un rodaje en blanco y negro, que permite contrastrar
            las sombras que realzan la mirada, las reacciones de los personajes,
            dandole a toda la cinta un tinte de cine europeo anterior a la
            propia época en que fue rodada. Para dar realce a este toque
            introduce un flash back que nos lleva a los sótanos de la Alemania
            de postguerra, recurso este que permite en dos pinceladas un retrato
            completo y rápido de la pareja protagonista
            
                              
            Wilder para esta película elige unos actores que encajan con
            un guante con sus personajes, tanto los principales como los
            secundarios, consiguiendo en algunos casos alguna de las
            interpretaciones mas destacadas de su carrera, llevandoles de la
            mano, sacando lo mejor de sí mismos                  
            Es el caso de Tyrone Power. Encarna al sospechoso de
            asesinato. Leonard Vole es el anzuelo perfecto, el desafío para el
            viejo criminalista, un hombre simpatico, con encanto, campechano,
            seductor con las mujeres. Junto a todo esto es un fracasado que
            desde que ha vuelto de Europa y abandonado el ejercito no consigue
            trabajos permanentes. Lo mejor de su vida es su mujer Christina, de
            la que está locamente enamorado, y que es casualmente la única
            coartada del asesino para la noche el crimen. Su caso no tiene buen
            aspecto. Conocer a una viuda rica por casualidad, frecuentar su
            casa, y que aparezca asesinada no pinta nada bien, sobre todo cuando
            se sabe que esta hizo testamento nombrandole heredero                  
            Otro gran papel es el que hace la siempre hiératica
            Marlene Diechtrich. Su Christina Vole es el paradigma de una mujer
            oscura, fria, distante y misteriosa. Su entrada en escena es como la
            de una diosa y su declaración en el juicio, con su traje oscuro, su
            boina ladeada, su acento, la mejor forma de conseguir que un jurado
            compadezca a un acusado por tener tal esposa. Y parece que el si la
            quiere. Y en cuanto a ella, desde su aparición ya le dice dos
            expresiones muy claras al abogado “el cree que le quiero” y
            “la gratitud cansa”. Todo ello con gran ahorro gestual pero con
            los suficientes matices para ver que bajo esa máscara trascurren
            muchos sentimientos                  
            A través de cada uno de ellos tenemos una imagen del
            otro, o al menos la que el director nos quiere dar, y eso pese a que
            solo estan juntos en la escena del flash back y una de las ultimas. 
            Muy dificil de conseguir, pero Wilder lo hace
            
                              
            Y la pieza central, Sir Wilfrid. Egocéntrico, misónigo,
            anticuado, tiránico y caprichoso, el gran abogado ocupa hasta
            cierto punto el lugar del público, 
            ya que vamos viendo y conociendo al mismo tiempo que él.
            Charles Laughton presta su cuerpo a esta personalidad difícil, excéntrica,
            reconcentrada y tenaz, en una interpretación personal y que ha
            quedado como una de las mas destacables de su faceta de actor
            
                              
            Junto a ellos tres, la propia esposa de Laughton, Elsa
            Lancaster, Mrs. Primsoll, la enfermera prototípica, cofia y
            delantal incluido, pero que va formando un equipo con su enfermo                  
            Genial el papel secundario de Una O´Connor, como la
            caricatura de la doncella de la fallecida: retorcida, codiciosa,
            desconfiada y celosa de la nueva relación de su dueña. Es
            fundamental su actuación en la puesta en escena que supone el acto
            del juicio, así como el papel del Juez (Francis Compton) situado en
            su sitial sobre el resto de los mortales, agudo, mordaz y cínico a
            veces, con un gran dominio de las situaciones y suficientes tablas
            para impedir que las cosas se le vayan de las manos
            
                              
            Hay escenas memorables para los amantes del cine: la prueba
            particular que tiene Sir Wilfried para determinar si sus clientes le
            engañan o no: el reflejo del sol en su monóculo. Leonard pasa con
            nota la prueba. Christina simplemente baja la persiana. La 
            forma elegida para  demostrar
            que avanzan las sesiones del juicio se consigue por el ingenioso método
            de ver como se reduce el numero de pastillas para su corazón con
            las que el abogado juguetea                  
            El guiño físico y gesticual de Charles Laughton a
            Sir Winston Churchill, cuando, saltandose todas las normas médicas
            coloca los dedos abiertos como si fueran el signo de la victoria
            para que le coloquen un puro                  
            Tambien Wilder se permite la voz en off para hacer un guiño
            a los espectadores,  cuando
            se pide, al final de los títulos de crédito que no se cuente el
            final a los amigos, sino que se permita que lo descubran solos                  
            Merece la pena hacer caso de la petición.    [
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